OPINIONES
HELENA RESANO
PERIODISTA
Si usted pudiera elegir, ¿qué cambiaría de sí mismo? ¿Le gustaría ser más alto?, ¿más delgado?, ¿tener más músculo?; ¿cambiaría el color de sus ojos? O simplemente se centraría en su salud: ¿eliminaría todos esos factores de riesgo que su herencia genética le ha impuesto y así viviría libre de padecer enfermedades incurables?
Es un mundo apasionante que avanza muy rápido y puede suponer el fin de las enfermedades raras
En un futuro muy cercano, la investigación genética dará la posibilidad de modificar todos estos aspectos, de seleccionar y eliminar mutaciones genéticas. Un mundo apasionante que avanza muy rápido y que puede suponer el fin de enfermedades raras, de enfermedades para las que no hay un tratamiento. Es la esperanza de muchas personas que ahora mismo viven enganchadas a una máquina o que ven cómo una enfermedad les va mermando de forma cruel su capacidad para andar, hablar o moverse. Hay padres que viven con angustia la incertidumbre de no saber si sus hijos han heredado la enfermedad incurable que se llevó a su padre demasiado pronto y antes a su abuelo. Y esperan con ansiedad que la ciencia les dé una respuesta y una solución.
Pero hay investigadores que alertan de esa otra cara oculta a este avance imparable de la investigación genética, un peligro real al que, de momento, ni gobiernos ni políticos prestan atención. Se pueden crear clases sociales en función del acceso a las tecnologías. Podemos abrir una brecha sanitaria, una brecha aún mayor, entre pobres y ricos. Entre quienes se puedan financiar un tratamiento previo y evitar, por ejemplo, que su hija no herede el gen de cáncer de mama (el mismo que tenía Angelina Jolie y por el que decidió quitarse ambos pechos y el útero) y quienes, sabiendo que sus posibilidades de padecerlo son elevadas, no puedan hacer nada para evitarlo.
Mukherjee alerta de la necesidad de legislar para poner límites antes
El investigador indio Siddhartha Mukherjee acaba de publicar un libro en el que alerta de la necesidad de legislar para poner límites antes y no después de que esa nueva injusticia se imponga en la sociedad. Pide que se defina qué genes son sobre los que se puede actuar, que puedan justificar una selección porque supongan un sufrimiento real y porque no hay otra solución para curar. Mukherjee habla de una acción a tres bandas en la que hay que implicar a la comunidad científica, a la sociedad y a quienes tienen la obligación de legislar. En ocasiones, la sociedad y los políticos andamos más preocupados en el día a día, pero quienes investigan nos piden que levantemos un poco la mirada y observemos el futuro.
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